¿Por qué la publicidad que conmueve es efectiva?

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Néstor Ahumada
Escritor invitado

Al hablar de cómo transmitir una marca; el “Visual Storytelling” ofrece una poderosa herramienta. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero para que una imagen represente las mil palabras, la historia detrás de la gráfica debe ser cautivadora, emocionante y honesta.

Todos los seres humanos disfrutamos de una buena historia. Desde el principio de los tiempos, nuestros antepasados se reunían al calor del fuego para escuchar una y otra vez el relato del heroico líder tribal que cazó al mamut renegado y salvó a su gente de morir de hambre durante un crudo invierno. Contar historias para cautivar a una audiencia está arraigado en nuestro ADN. La publicidad entiende ese ritual. Al relatar una historia sobre un producto en la publicidad, se logra emocionar al observador. Así, estimular su recordación y consumo es una fórmula bien efectiva. La gente huye a la publicidad. Cuando ven un “comercial”, la conducta común es que cambien de canal. La razón de esto es que la creatividad no logra establecer conexiones emocionales con el consumidor. Con el “StoryTelling”, una marca puede crear un canal para conectarse y compartir un vínculo emocional con su público. No se trata de persuadir hablando de las muchas características y virtudes de un producto, sino de emocionar y conmover. Para esto, el doctor Werner Fuchs, experto en Neuro-MKT, utiliza el siguiente barómetro:

1. Tema primordial: ¿La historia habla sobre vida y muerte / llegada y partida / amor y odio / bien y mal / seguridad y miedo / verdad y mentira / fuerza y debilidad / lealtad y engaño / sabiduría y necedad / esperanza y desesperación? 2. La fuerza de la huella: ¿Conozco historias similares de mi niñez o pubertad? 3. Puntos de anclaje: ¿Se encuentra la historia en alguno de los grandes compendios de historias, como la Biblia, los cuentos o los refranes? 4. Estructura: ¿Hay alguna curva de tensión identificable? ¿Se trata de un viaje de aventuras? ¿Es claro el comienzo y comprensible el desarrollo? 5. Héroe: ¿Hay un héroe claro? ¿Se puede proyectar el individuo en el héroe? ¿Tiene sentido el héroe? 6. Adversario: ¿Es lo bastante clara la perturbación? ¿Refleja el adversario el mal que alberga cada individuo? 7. Escudero: ¿Con qué ayuda cuenta el héroe? ¿Tienen los escuderos estilo y carácter? 8. Aplazamiento: ¿Se frena en el punto adecuado? ¿Son lógicos los aplazamientos? ¿Sufre también el receptor con ese aplazamiento? 9. Adornos: ¿Hay suficientes detalles que aumenten la autenticidad? ¿Es adecuado el escenario? ¿Cuáles son los requisitos clave? 10. Fin: ¿Está relacionado con el principio? ¿Es lo bastante abierto como para que el receptor pueda continuar con su propia historia? ¿Permite continuaciones?

Vivimos en una era de distracción; mostrar una secuencia de imágenes que solo transmitan beneficios y atributos de un producto es irrelevante. Para que un recurso visual sea efectivo, lo más importante es la calidad de la historia que sustenta las imágenes. Así, se logra relevancia, se construye lealtad y se fortalecen vínculos que generan empatía y posicionamiento.

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