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Conectados, desconectados

Luis Porras
Director Creativo Asociado
LaFábrica&JotaBeQu Grey

Despierto, la alarma me sigue recordando que soy humano. Qué alivio. Tras apagar la alerta, el teléfono se ancla a mi mano, como un imán permanente y carcelario, lo mismo le sucede a millones de personas más. Leo la noticia de una isla de basura que nada entre Guatemala y Honduras, pero el pensamiento de los briefs pendientes me ataca de pronto. Desisto del aparato… temporalmente.

Tras arrancar la mañana, tomo un bus que me coloca frente a una persona ajena a mi realidad y pienso “el ajeno soy yo”. El celular me vibra con un recordatorio: “resolver el primer brief”, sobre cómo crear consciencia alrededor del uso desmedido de pajillas plásticas. Inmerso en esa estúpida pantalla busco información sobre el dilema. Investigo. Veo referencias de cómo se ha resuelto antes. Me río de un meme.

Me pierdo el momento en el que aquella persona que tengo al frente saca un refresco, usa pajilla y luego tira ambos por la ventana. Perdí el Pitch que la vida me presentó. Todos lo perdimos.

En ese instante me hizo falta un brief para desconectarme de la tecnología y conectarme a las personas.

Luego veo a una señora con su hijo en brazos, aferrada a la bolsa que debe cargar la mitad de su vida, absorta en una mirada vaga que, por un momento, me hace querer saber en qué piensa. Seguro no es aquella campaña brutal que hizo LOLA para Magnum. Menos los 400 truchos de la temporada. Ni siquiera vio la valla con innovación que recién pasamos.

¿Y este Brief para cuándo?, pensé. Uno que nos enseñe a conectarnos al mundo y dejar de leerlo a través de una orden de trabajo.

Decido redactar el problema y en lugar de brief, termino con un relato. Este relato. Cuando estoy por poner el punto final pienso de nuevo, ¿Realmente desperté? Avergonzado, apago el teléfono para darme cuenta de que la respuesta a cualquier brief nunca ha estado tras una pantalla y que la única conexión de la que pocos se han quejado es la humana; con la gente de a pie, con la gente de a “qué hago con mi vida hoy, mientras llevo esta bolsa llena de responsabilidades y este bebé lleno de sueños”.

Volvimos a perder el pitch, uno que nos demandaba conectarnos a la humanidad y no a través de pantallas.

…¡Maldita sea, dejé el cargador en casa!

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